[…] en El banquete platónico (191e), Aristófanes hace descender a las hetairístriai de
la categoría de seres primordiales que estaban formados por dos partes de sexo
femenino. El término no está atestiguado en ningún otro lugar, como tampoco su
homólogo masculino hetairistés, aunque Pólux (VI 188) encontrara este último en una fuente ática que no
precisa; designa claramente a una
mujer que mantiene con otra mujer una relación comparable a una relación
masculina de hetaíresis (cf. p. 52), y puede adquirir un matiz peyorativo si lo comparamos con laikástria, «mamona»
(cf. p. 215), aunque esto no es del todo seguro, dado que Pl. Euthd. 297c
nos presenta un término sophístria como femenino de sophistes en
el sentido de «ingenioso», «con recursos ». Tenemos un epigrama helenístico
(Asclepíades 7) sobre dos mujeres samias que
no quieren iniciarse en las (sc. ¿prácticas?) de Afrodita según sus reglas, sino que se pasan a otras que no son buenas (ou kalá). ¡Señora Cipris, odia a las que huyen de tu lecho!
Resulta
llamativa tal hostilidad por parte de un poeta que en otro lugar (37) declara
la fuerza de su deseo homosexual; el hecho de que trate de desertora y fugitiva
a la mujer que rechaza tener amantes masculinos y que le reproche desobedecer
las «reglas » (nómoi) de Afrodita, sugiere la posibilidad de que el silencio de la comedia
respecto a la homosexualidad femenina sea un reflejo de la inquietud masculina
hacia la cuestión. Hay, en efecto, algo así como temas tabú que los poetas
cómicos evitaron explotar con propósitos humorísticos: la peste de 430 a. C. es
uno, y la menstruación es otro.
En
Esparta, en cambio, según Plutarco (Lyc. 18.9), «las mujeres de
buena reputación (kalàs
kaì agathás) amaban a las doncellas», es decir, tenían una relación femenina
equivalente a la relación masculina entre erastés y erómenos.
Un
plato arcaico de la isla de Tera (ce34) muestra aparentemente a dos mujeres cortejándose: una
pone su mano sobre el rostro de la otra y ambas portan guirnaldas. Las pinturas
vasculares en las que dos mujeres se cubren con el mismo manto se relacionan
probablemente no con las que presentan a dos hombres cubiertos de manera
similar (o tapados en parte por un ‘telón de fondo’: cf. p. 156), sino con
otras escenas en que el número de mujeres puede pasar de dos y no estar éstas mirándose,
sino mirando todas en la misma dirección.120 Un vaso ático de figuras rojas (r207), excepcional
en su género, muestra a una mujer arrodillada que palpa la zona genital de otra
mujer.
Al hablar de homosexualidad femenina en
Grecia he evitado los términos «lesbiana» y «lesbianismo», y ello por una buena
razón. En la Antigüedad, la expresión «(mujeres) lesbias» podía connotar iniciativa
sexual e impudicia (cf. Ferécrates fr. 149,
donde se toma en el sentido de laikástriai); Hesiquio
(λ 692) define lesbiázein como «practicar la felación» (cf. Suda λ 306), y cuando Filocleón, en Ar. Vesp. 1345 s., dice a la muchacha que se ha traído a casa de una fiesta: «¿Has
visto con qué habilidad te he sacado cuando estabas a punto de lesbiázein a los invitados?», es evidente que no se refiere
a ninguna tendencia homosexual que pudiera tener la muchacha, sino que
simplemente traduce la idea de «flirtear con los invitados» a los términos
groseros y excesivos adoptados normalmente por la comedia. En el quinto de los Diálogos de cortesanas de Luciano (escrito en el siglo ii d. C.), encontramos a una mu jer homosexual muy viril
proveniente de Lesbos (tiene la cabeza rapada y lleva peluca), pero su
compañera, igualmente homosexual, con ayuda de la cual seduce a una muchacha,
procede de Corinto, y si la elección de estas dos ciudades por parte de Luciano
tiene algún significado, es sin duda que tanto Lesbos como Corinto (cf. p. 204) eran localidades famosas en cuestiones sexuales.
K.J. Dover: Homosexualidad griega (El Cobre, 2008)
K.J. Dover: Homosexualidad griega (El Cobre, 2008)
Δεν υπάρχουν σχόλια:
Δημοσίευση σχολίου