6 Σεπτεμβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 1α

Fragmento de una copa ática de figuras negras, 550 a. C.-525 a. C., en el Museo de Louvre.
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HOMOSEXUALIDAD GRIEGA (a)

Todavía en el siglo XIX (y aún bastante después, según países y regímenes políticos) muchos helenistas y latinistas se encontraban con el escollo de lo que empezó a llamarse “amor griego”, y es decir, cómo enfrentar –desde la moral cristiana- la aparición muy frecuente en los textos clásicos de alusiones o amplias referencias no ya a las relaciones entre personas del mismo sexo, sino a las relaciones pederásticas entre muchachos y adultos, lo que los griegos llamaron “erasta” (amante) y “erómeno” (amado). Muchos estudiosos de valía suprimían estos pasajes, cambiaban el nombre al traducir del masculino al femenino o. más avanzadamente, trataban de explicar a sus alumnos que, en el esplendor de la Hélade, había una insalvable “mancha”, el amor a los muchachos, la paidofilia…
Lo curioso, sin embargo, es que los griegos antiguos consideraron la pederastia como una institución típicamente helénica. Incluso Herodoto en Los nueve libros de la Historia (I, 135) declara que los persas copiaron a los griegos “las relaciones amorosas con muchachos”. Cierto que la mitología griega abunda ya en este tipo de relaciones, no sólo Zeus y Ganímedes, sino Apolo y Jacinto (o Cipariso) o incluso el fornido Heracles y el mancebo Hylas… Unida en la antigua Grecia sobre todo a las estirpes dorias (Tebas, Esparta, Creta) la relación pederástica fue inicialmente un rito de paso puberal en sociedades básicamente guerreras. Entre hombres libres, un adulto debía elegir o “hacer que raptaba” a un muchacho de su gusto, en la edad efébica, para en una relación de amor y camadería, transmitirle la “virtus” de su etnia, digamos los valores de la caballería… Por eso el célebre “batallón sagrado” de Tebas, creado por Pelópidas y Epaminondas, fue un cuerpo de élite de la guerra, formado por amigos-amantes. Naturalmente terminado ese ciclo amoroso, el muchacho devenido a adulto quedaba libre para cumplir su rol heterosexual, casarse y hacer una familia, hasta que de nuevo tuviera él a su vez que hacer de “erasta” en busca de “erómeno”. Es evidente que la homosexualidad como la entendemos hoy no existía en la vieja Grecia.
En sociedades menos “guerreras” como la ateniense, el “eros paídico” se traslada a los gimnasios y palestras como muestran los primeros diálogos platónicos, Cármides por ejemplo. El adulto transmite al muchacho la “virtus” de su comunidad que es más cívica y filosófica. Pero ahí está surgiendo ya el culto al “muchacho hermoso” (ο παις ο καλός) que ya en el mundo helenístico o alejandrino, y después entre los romanos helenizados, habrá perdido el valor de rito de paso para convertirse en una costumbre que puede mezclar erotismo y pedagogía, o ser ya, llanamente, un hñabito sexual admitido, mientras no hubiera violencia, salvo si el escogido era un esclavo, pues entonces todo estaba permitido. El primitivo “amor dorio” se ha convertido en “amor socrático” y luego simplemente en “eros paidikós”, es decir, ese amor a los muchachos que celebra, por ejemplo, la antología de Estratón de Sardes “La Musa de los muchachos” (el actual libro XII de la Antología Palatina). Teognis, Píndaro y Platón –por citar nombres muy ilustres- son ya celebradores de la pederastia. Y Alejandro Magno la practica como recuerdo y vivencia hacia la mera belleza, si pensamos en sus relaciones con Hefestión o con el eunuco Bagoas…

Luis Antonio de Villena: Biblioteca de clásicos para uso de modernos. Diccionario personal sobre Griegos y Latinos (Gredos, 2008)

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